8 nov 2007

ARRIBA DE LA BICICLETA



Ana María Reyes, Abogada

Vital, deportista, llena de energía y “profundamente bendecida” se declara esta profesional que trabaja hace siete años en la Superintendencia de Quiebras.

Terminó con ocho pernos en una pierna producto de un accidente que casi le cuesta la vida, una noche de hace 10 años. La atropellaron cuando iba contra el tránsito por la Rotonda Pérez Zujovich, pero su amor por el deporte es tan grande que sigue arriba de la bicicleta. Todos los días pedalea desde su casa - en el sector de Tabancura - hasta la oficina y cada vez que puede sube un cerro. Es que para Ana María Reyes, abogada y que llegó a la Superintendencia de Quiebras en el año 2000, la bicicleta simplemente la hace feliz. “Haciendo deporte se libera una hormona, la endorfina, que provoca un gran placer”, explica.
Casada, madre de seis hijos que le han dado ocho nietos, Ana María cuenta que “el mejor capital es mi familia” y se enorgullece al hablar de Raimundo, su marido, a quien califica como “de otro planeta” por sus virtudes marcadas por un profundo compromiso social. “Él daría todo por ayudar al otro”, afirma.
Pero hay otro Raimundo en su vida, que si bien le provocó tremendos cuestionamientos, hoy la ha hecho sentir “profundamente bendecida”. Se trata de su hijo mayor, un sacerdote de la Congregación Oratorio Mariano Madre del Pueblo de Dios cuya vocación se concretó tras la venida del Papa Juan Pablo II a Chile en 1987.
“El día que veníamos llegando después de ver al Papa en el Parque O´Higgins, llegamos tan motivados, pero tan cansados que decidimos con mi marido salir a caminar para relajarnos. Cuando llegamos a la casa Raimundo, estaba sentado en la sala esperándonos para decirnos que había decidido ser sacerdote”, cuenta Ana María.
No fue fácil asumir tal decisión que le cayó, según confiesa, como un “balde de agua fría”, pero que con el correr del tiempo se transformó, como ella dice, en un “sufrimiento gozoso”.
Ana María recuerda que desde su época escolar los profesores la mandaban a correr para que gastara sus energías; esas que todavía conserva a pesar de los ocho pernos, seis hijos, ocho nietos y siete años en la Superintendencia de Quiebras.



1 comentario:

Carolina Chávez A. dijo...

Linda historia
Salu2!!